domingo, 27 de marzo de 2016
lunes, 14 de marzo de 2016
ECOLOGIA URBANA: UNA BASE PARA LA REMODELACIÓN DE LAS
CIUDADES
Expone la fragilidad de la Tierra como organismo natural defendiendo la sostenibilidad como algo que concierne a todo el mundo ya que existe una interdependencia de todas las formas de vida que implica el mantenimiento de la diversidad biológica: los lazos entre la naturaleza, las ciudades y la sostenibilidad son fundamentales para nuestra supervivencia.
Todavía se conserva una marcada tendencia a evitar el
ambiente vital de la mayoría de las personas: la propia ciudad. Es por esto que
no hay duda de que las bases del diseño urbano deben ser reexaminadas. La tarea
es la de unir el concepto de urbanismo con el de naturaleza.
-La contradicción de los valores.
Contrasta entre ambientes a los que llama externos ( plaza
pública) y ambientes internos (industria), que coexisten uno al lado del otro
en la ciudad. Describe éste último como un paisaje generalmente ignorado que
yace bajo la superficie de los diferentes lugares y vías públicas de la ciudad.
Es el paisaje de la industria, el ferrocarril, las empresas de servicios
públicos, las tierras baldías, los nudos del ferrocarril urbano, las
explotaciones mineras abandonadas y los frentes marítimos.
Distingue tres paisajes, el primero formalista, independiente
del lugar, más costoso y relacionado con la autoridad. El segundo y tercer
paisaje, menos influenciados por ésta son de vegetación urbana naturalizada,
partes olvidadas de la ciudad y resultado de la acción de fuerzas culturales
espontáneas. Así prevalece lo fortuito como más rico que lo diseñado.
``Creo que es el paisaje formalista que se ha impuesto sobre
la diversidad natural original, el que necesita una rehabilitación´´.
Los conceptos `humanidad´ y `naturaleza´ han sido entendidos
durante mucho tiempo como problemas separados. El diseño formal no se ha
encargado de las fuerzas innatas que van perfilando el entorno humano, ni de
las necesidades de las comunidades multiculturales que hoy son la norma en la
mayoría de ciudades actuales.
La resolución de estas contradicciones debe buscarse en una
visión ecológica que barque tanto el paisaje urbano como la gente que habita en
él.
La asociación con la producción de alimentos mantuvo dew
alguna manera una conexión entre el campo y la ciudad hasta la revolución
industrial. Por ello los espacios al aire libre dentro de la ciudad eran
funcionales.
El desarrollo sin límites posterior a la guerra ha creado un
paisaje de una escala más relacionada con el automóvil que con los peatones.
Las fuerzas económicas han creado un paisaje esterilizado por su uso
inefectivo:
-Falta de conexiones visuales con el campo.
-Uso exclusivo de los parques urbanos para el esparcimiento.
-Carácter mutuamente exclusivo de la relación entre ciudad y
campo.
-Copioso empleo de energía.
La ciudad y el campo se excluyen mutuamente, el ambiente
urbano nos aísla de los procesos naturales y humanos que sostienen la vida. Aún
así, gracias a la creatividad esencial de la naturaleza, los procesos,
modificados y a menudo degradados, continúan funcionando. Estos sistemas
naturales que operan dentro de la ciudad son la base de un marco ecológico para
el diseño urbano.
A la hora de proponer, Hough enuncia algunos principios de
diseño: marca la atención sobre el proceso ya que nuestras apreciaciones
actuales deben verse dentro de este contexto, un mero instante de tiempo dentro
de la contínua evolución de la naturaleza que modifica constantemente el territorio.
El espíritu del diseño debe tener la ecología y los seres humanos en la base de
su actuación.
Desde una perspectiva ecológica, la economía de medios
podría llamarse el principio del mínimo esfuerzo. Habiendo pequeños errores, se
producen pequeños perjuicios, llegando a obtenerse una ciudad suministradora a
la vez que consumidora de materiales. Así los elementos se convertirán, cuando
se establezcan las conexiones adecuadas, en fuentes útiles, a un coste
medioambiental y económico más bajo que los mecanismos convencionales.
La diversidad implica salud. Cuanto mayor es la dependencia
de una única fuente de energía, más vulnerable será una comunidad urbana en
épocas de necesidad. Esto hace también importante la conexión entre la
diversidad de elementos.La comprensión de un lugar determinado requiere la
comprensión de su contexto.
Una de las principales tareas a la hora de remodelar la
ciudad es lograr que la experiencia humana fije y asuma los lugares que son la
casa de uno; reconocer la existencia y el potencial latente del medioambiente
natural, social y cultural, para enriquecer los espacios urbanos.
En cuanto al desarrollo humano y la mejora medioambiental,
suponemos que alguna pérdida es inevitable, sin embargo los subproductos de una
forma de vida se convierten en materias útiles para otras. Se plantea asi el
problema de que nuestros subproductos del uso son improductivos.Hay que buscar
activamente mecanismos que permitan que el desarrollo humano pueda realizar una
contribución positiva al medioambiente que transforma.
Una correcta base constructiva para el diseño urbano se
produce cuando el cambio se contempla como una fuerza positiva para realzar un
medioambiente que ha sido degradado, y no como algo destinado a minimizar
efectos negativos. Así deben reconocerse la interdependencia del hombre y la
naturaleza en las realidades ecológicas, económicas y sociales de la ciudad.
Puesto que las realidades ecológicas y sociales tienen un
alto grado de espontaneidad y dependen en su mayor parte de lo fortuito de la
naturaleza del ser humano y su entorno, la realidad económica se presenta como
la más moldeable y repensable a la vez que la más influyente y capaz a la hora
de transformar el desarrollo urbano. Ésta realidad económica de la que hablo
debe escuchar a las otras dos y adaptarse ya que de este modo su funcionamiento
será mucho más próspero. Una economía que responde con realismo a las
necesidades ecológicas y sociales, es una economía que garantiza estabilidad y
movimiento de dinero constante dentro de la sociedad.
Un ejemplo algo simplista, pero en mi opinión muy
clarificador y tristemente común es el de las plazas de barrio. Si por sus
proporciones, características de pavimento, soleamiento, etc una plaza que no
es diseñada para ello, resulta que acoge dentro de sí un fantástico campo de
fútbol para los más jóvenes de la zona, prohibir este uso y dejar la plaza
vacía por no responder a otras necesidades es un procedimiento de lo más
repetido. Económicamente esto es trágico, y por consecuente ecológica y
socialmente también. La economía debe asumir las aportaciones fortuitas del
contexto y tener la capacidad de potenciarlas, por ejemplo formalizando
elementos que permitan al resto de la comunidad disfrutar del espectáculo que
ofrece el juego o abriendo comercios ligados a esta actividad dentro de la propia
plaza.
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